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(Difícilmente se podrá entender algo de la lectura si antes no activamos la reproducción del archivo mp3)
Eran pocos los que sentían pena profunda porque realmente Zetus fue para ellos más que guía amigo. Aldebarán es una de esas ballenas, es quizá la más apenada. Contactó rápidamente con Zetus y pese a su edad no le importó dejarlo todo por él. Se resistía a creer que le había engañado y que no volvería. En él había puesto toda la ilusión de lo que siempre quiso hacer cuando fue joven.
Ella no quería marcharse de aquel lugar, pese al peligro que corrían prefería quedarse allí; quizá él volviera, quizá alguien trajera noticias. Quería agotar todas las posibilidades antes de darse por vencida, en el fondo sabía que algo tenía que ocurrir.
Pero… ¿De dónde sacar fuerzas para continuar? ¿Cómo convencerse de que merece la pena seguir por aquel camino que todos juntos comenzaron un día?
Era mediodía, el agua cálida no podía aliviar la sensación de frío y apenas se habían vuelto a comunicar entre ellos. Dos ballenas jóvenes se unieron al grupo, aseguraban haber visto a Zetus no muy lejos de allí: estaba muy alejada y el miedo no les dejó ver casi nada. Sólo recordaban una luz y una ballena.
Todo el grupo se alborotó. ¿Sería posible? Ya les parecía que Zetus era demasiado fuerte como para caer presa de una vulgar red. ¿Volvería con ellos? La idea de recuperar la normalidad en la vida animó al grupo, como pudo fue avanzando en la esperanza de un reencuentro. El día acabó sin más novedad, pero tan solo la idea de volver a verle había llenado a todos de una gran alegría que se estaba transmitiendo de unos a otros.
Un nuevo día llegó, todo parecía iluminado y mucho más alegre; aún reinaba para algunos la duda, pero había que intentarlo. Llegaron a un campo de coral, el lugar era especialmente hermoso, la luz del sol se filtraba en forma de tenues rayos a través de las aguas cristalinas.
Fue entonces cuando una luz les cegó, no podían mirar y sin embargo sentían la necesidad de hacerlo. Allí, nadando tranquilamente, una ballena blanca, no era conocida por ninguna de ellas; pero cuando perdieron el miedo y se acercaron… Fue la misma experiencia maravillosa de la primera vez; aquella mirada que lo traspasaba todo y al instante hacía que las dudas desaparecieran. ¿Cómo podía explicarse eso?
Nadie habló, no se atrevían, y tampoco hizo falta. Era una sensación tan agradable sentirse protegidos… Sabían que era ella, de alguna manera era ella. Aquella luz calida les envolvía, y la preocupación fue desapareciendo; no dio tiempo a más. Cuando los más decididos iban a hablar con ella… la gran ballena se alejó dejando tras de sí una estela de intensa luz que les invitaba a seguir.
Sabían que era arriesgado navegar por otros mares, encontrar nuevas ballenas y toda clase de peligros. Muchos de los suyos no iban a entenderlos, pero ahora estaban seguros de que debían intentarlo, tenían que intentarlo, tenían que hacerlo.
Nadie les acompañaba, nadie era capaz de coger el mando, pero daba lo mismo, se sentían más unidos que nunca… Y lo más importante: ¡Sabían que no estaban solos, no lo estaban! En algún mar, en algún océano, la luz les esperaba.
Raquel García Alonso y Daniel Romero Fuentes
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4 comentarios:
Magnífico aporte a nuestro espíritu, Salva, tanto los textos, los videos, las fotos como la música y la posibilidad de bajarnos todo, son espectaculares.
gracias por ser y por estar.
De nada , amigo. La culpa es vuestra, que en un pasado no tan lejano hicisteis que ahora yo tenga esta inquietud y estas ganas de dedicarle tiempo a esto.
Gracias a ti y a todos vosotros. Gracias a ti por cantarnos TIERRA FIRME (me gusta mucho más cantada por ti, ¿no tendrás por ahí un mp3 a mano?
La cosa es que ya no sé qué coño publicar... Lo mismo me pongo a copiar la Biblia entera, que ya estoy de vacaciones...
Tengo tierra firme by bil
a ver si quedamos y le damos a esto aire juntos!!! veniros a Huelvaaaaaaaa
Gracias Salva por tus historías,
A ver si este veranito, en Salamanca, podemos reunirnos y orar juntos, recordar y vivir nuevos momentos
Pili
Besos
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