Un amigo mío, Amado Sáez de Ibarra, publicó hace muchos años un folleto que se titulaba “El arte de amar” y en él ofrecía una serie de pequeños gestos de amor, de esos que seguramente no cambian el mundo, pero que, por un lado, lo hacen más vividero y, por otro, estiran el corazón de quien lo hace.
Siguiendo su ejemplo voy a ofrecer aquí una lista de 24 pequeñas maneras de amar:
- Aprenderse los nombres de las personas que trabajan con nosotros o de las que nos cruzamos en el ascensor y tratarles luego por su nombre.
- Estudiar los gustos ajenos y tratar de complacerles.
- Pensar, por principio, bien de todo el mundo.
- Tener la manía de hacer el bien, sobre todo a los que no se lo merecerían teóricamente.
- Sonerír. Sonreír a todas horas. Con ganas o sin ellas.
- Multiplicar el saludo, incluso a los semiconocidos.
- Visitar a los enfermos, sobre todo si son crónicos.
- Prestar libros aunque te pierdan alguno. Devolverlos tú.
- Hacer favores. Y concederlos antes de que terminen de pedírtelos.
- Olvidar las ofensas. Y sonreír especialmente a los ofensores.
- Aguantar a los pesados. No poner cara de vinagre escuchándolos.
- Tratar con antipáticos. Conversar con los sordos sin ponerte nervioso.
- Contestar, si te es posible, a todas las cartas.
- Entretener a los niños chiquitines. No pensar que con ello pierdes el tiempo.
- Animar a los viejos. No engañarles como chiquillos, pero subrayar todo lo positivo que encuentres en ellos.
- Recordar las fechas de los santos y cumpleaños de los conocidos y amigos.
- Hacer regalos muy pequeños, que demuestran el cariño pero no crean obligación de ser compensados con otro regalo
- Acudir puntualmente a las citas, aunque tengas que esperar tú.
- Contarle a la gente las cosas buenas que alguien ha dicho de ellos.
- Dar buenas noticias.
- No contradecir por sistema a todos los que hablan con nosotros.
- Exponer nuestras razones en las discusiones, pero sin tratar de aplastar.
- Mandar con tono suave. No gritar nunca.
- Corregir de modo que se note que te duele el hacerlo.
La lista podría ser interminable y los ejemplos similares infinitos. Y ya sé que son minucias. Pero con muchos millones de pequeñas minucias como éstas el mundo se haría más habitable.
3 comentarios:
"Las cosas más triviales se vuelven fundamentales". Propongo algunas que se me vienen a la cabeza espontáneamente:
- No insultar a los malos conductores (Esta es casi un acto heroico).
- Dejar pasar a los peatones en todos los pasos de cebra.
- Encajar con humor la falta de respeto de un alumno.
- No enfadarte con la señora que se te cuela en el supermercado.
- No criticar al compañero de trabajo que se escaquea.
- No insultar a tu jefe o director.
- Contestar al teleono cuando te llama un número privado para venderte algo decirlo que no sin mandarle a la mierda.
etc, etc, etc...
-Si te das cuenta de que lo que vas a decir de alguien es algo malo, morderte la lengua y callarte.
-Intentar buscar y decir algo bueno de esa persona a la que te cuesta tanto verle el lado bueno
Bil,gracias por publicar esta entrada, recuerdo que este texto también lo habíamos utilizado en alguna convivencia/pascua... A veces nos ponemos místicos con el bla,bla, bla y la literatura se nos llena la boca de palabras bonitas sobre Dios, pero nos cuesta mucho aterrizar, poner los pies en la "TIERRA FIRME" y llevar las cosas a la práctica ("el agua debe beberse..."). Solo dando pasos pequeños se puede llegar lejos. Me gustaría que siguiéramos por ahí, dándonos ánimo unos a otros para llevar a cabo los pequeños actos heroicos del día a día. Con el espíritu del texto ese de Juan XXIII de "solo por hoy...". Por cierto ¿alguien lo tiene por ahí??. Clara, gracias por tus fotos, nos ponen los pies en la tierra. Salva, buena idea lo de las canciones, buscaré alguna...
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