(Introducción al bautismo, pascua de 2000)
NARRADOR (N): Se vivía bien en aquel granero: había sombra, el ambiente era fresco y seco y todas las semillas convivían en paz y armonía.
CORO (C): SOIS LA SEMILLA QUE HA DE CRECER. SOIS ESTRELLA QUE HA DE BRILLAR. SOIS LEVADURA, SOIS GRANO DE SAL, ANTORCHA QUE HA DE ALUMBRAR.
N: Pero un día, la monótona comodidad del grano amontonado desapareció de repente con una brusca sacudida. Y la semilla empezó a gritarle a Dios...
SEMILLA (S): ¿Qué pasa? ¿Adónde vamos? ¡Todo se está moviendo! ¡Yo no quiero irme de aquí! ¡Maldita sea!
N: La sombra del granero se transformó en una deslumbrante luz que daba mucho calor. La mayoría de las semillas fueron pasando por una máquina que las recubría de un polvo de color rojo que servía para ahuyentar los insectos. Otras, en cambio, fueron devoradas por las aves, y el resto tuvo quizá un final peor. Pero nuestra semilla aún no sabía que estaba entre las afortunadas y gritaba cada vez más fuerte.
S: ¿Qué es toda esta suciedad? ¡¡No me gusta!! ¿Es así como Dios trata a sus criaturas?
N: Después de ser sulfatada, la semilla fue almacenada en sacos que los granjeros cargaron en el remolque de un tractor. Algunos sacos tenían agujeros y cientos de granos se perdieron en el camino, pero la inmensa mayoría fue transportada a un inmenso terreno arado en impecables surcos. La tierra era muy buena y además había sido tratada con los mejores fertilizantes de la cooperativa agrícola. El grano fue depositado en la sembradora, que dejaba caer las semillas en los surcos y la cubría después con tierra.
C: SOIS LOS AMIGOS QUE QUISE ESCOGER; SOIS PALABRA QUE INTENTO GRITAR. SOIS AGUIJÓN Y CARICIA A LA VEZ, TESTIGOS QUE VOY A ENVIAR.
S: Dios mío, ¡qué oscuridad! ¿Dónde estoy ahora? ¿Dónde están mis amigas? ¿Por qué he de pasar por esto? ¡¡¡Socorroooo!!!
N: Pasó el tiempo, y la semilla empezó a notar que su vida se apagaba. Llegó el invierno y las terribles heladas de sus noches.
S: Brrrrr... Hace un frío que pela... Con lo feliz que era yo en mi granero, y Tú, Padre tuviste que traerme a morir congelada en este lugar oscuro y maloliente. ¿Esto es la justicia? ¿Esto es la caridad?
N: Cuando terminaba el invierno y las noches comenzaban a ser menos frías llegó la lluvia. Hubo largas temporadas en las que no cesó de llover y la tierra estaba completamente empapada de agua.
S: Mi muerte se acerca, me estoy pudriendo lentamente y ese Dios que llaman todopoderoso no escucha mis súplicas o no desea escucharlas. Ya no confiaré más en Él...
C: SOIS LA MAÑANA QUE EMPIEZA A ANACER. SOIS ESPIGA QUE EMPIEZA A GRANAR. SOIS UNA LLAMA QUE HA DE ENENDER RESPLANDORES DE FE Y CARIDAD.
N: La primavera vino acompañada de un sol que resultaba agradable después de tanto frío, pero que más tarde cobró fuera llegando a calentar la tierra hasta tal punto que la temperatura se hacía insoportable.
S: Tras el terrible frío, este calor abrasador... ¿Qué vendrá después? ¡Me rindo! Ya no merece la pena luchar para vivir así. Me entregaré a la muerte, que será el alivio a mi dolor.
C: Canto - No amarrar, sí pudrir
Como la semilla que se rompe al pudrir
han de ser las vidas que se entregan al Señor.
No esperemos nunca dar la vida sin morir,
nada hay que se rompa sin que duela el corazón.
Como la semilla que se rompe al pudrir
han de ser las vidas que se entregan al Señor.
No esperemos nunca dar la vida sin morir,
nada hay que se rompa sin que duela el corazón.
¡Oh, Señor! que me fije en tu vivir,
mi oración que me acerque hasta ti,
no sabré quién has sido sin sufrir, ¡Oh, Señor!
No pretendas nunca amarrar cosas de Dios,
pues Jesús tan sólo dijo: “Id y predicad”.
Si las amarramos proclamamos nuestro yo
y nuestra misión tan sólo es la de sembrar.
No pretendas nunca amarrar cosas de Dios,
pues Jesús tan sólo dijo: “Id y predicad”.
Si las amarramos proclamamos nuestro yo
y nuestra misión tan sólo es la de sembrar.
Y regar todo aquello que planté,
no olvidar que en su nombre yo sembré
y al sembrar en Jesús los liberé, ¡Oh Señor!
han de ser las vidas que se entregan al Señor.
No esperemos nunca dar la vida sin morir,
nada hay que se rompa sin que duela el corazón.
Como la semilla que se rompe al pudrir
han de ser las vidas que se entregan al Señor.
No esperemos nunca dar la vida sin morir,
nada hay que se rompa sin que duela el corazón.
¡Oh, Señor! que me fije en tu vivir,
mi oración que me acerque hasta ti,
no sabré quién has sido sin sufrir, ¡Oh, Señor!
No pretendas nunca amarrar cosas de Dios,
pues Jesús tan sólo dijo: “Id y predicad”.
Si las amarramos proclamamos nuestro yo
y nuestra misión tan sólo es la de sembrar.
No pretendas nunca amarrar cosas de Dios,
pues Jesús tan sólo dijo: “Id y predicad”.
Si las amarramos proclamamos nuestro yo
y nuestra misión tan sólo es la de sembrar.
Y regar todo aquello que planté,
no olvidar que en su nombre yo sembré
y al sembrar en Jesús los liberé, ¡Oh Señor!
N: Pero lo que ella creía que iba a ser su triste final no era sino una maravillosa metamorfosis. Y de la terrible sensación de la agonía pasó a experimentar un bienestar que antes nunca había conocido. Tras corromperse, la primera expresión de su nuevo ser había brotado. El agua que antes pareciera cruel verdugo era ahora fuente de vida, y el calor que ayer abrasaba hoy le ayudaba a crecer en busca de la luz. Y así, un hermoso día de primavera vio nacer la diminuta hoja de hierba en medio de un inmenso campo reverdecido.
C: Canto - Si no muero por ti
N: Fue entonces cuando la semilla transformada en espiga conoció la renuncia que se debe hacer a las cosas del mundo para poder nacer de nuevo en la verdad.
S: Gracias Señor por usar mi vida y transformarla para llenarla de luz. No te defraudaré.
N: Y colorín colorado, este cuento sólo ha comenzado...
¡¡¡Ahora empieza tu papel!!!
1 comentario:
Precioso... ¿te importa si lo copio?... Cariños,
María José V., Profesora Básica
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