Hola Dios, estoy aquí.
Si estás ahí, en el silencio, no envíes ninguna señal, no quiero confundirte con mi imaginación ni sospechar que sólo eres una ilusión. Solamente escucha.
No pretendo atraparte ni comprenderte, ya lo intenté muchas veces y nunca lo conseguí. Tampoco quiero experimentar tu cercanía como algo pasajero que se diluye en mi camino de vuelta a Galilea.
Quiero serte sincero.
Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me dirigí a ti y que muchas veces lo hice sólo cuando atravesaba malos momentos, o cuando necesitaba algo de ti. Admito que hace años que te tengo abandonado aunque también me duele decir que ha habido noches oscuras en las que me he preguntado dónde te habías metido, tal vez por mi propia culpa, pues me avergonzaba volver a ti sólo porque te necesitaba.
Hoy, después de tan largo silencio, creo que nunca me he encontrado tan lejos de ti y siento nostalgia de aquella sensación que yo llamé sentirte cerca, aunque no tuviera la certeza de que fueras tú.
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